os chilenos no queremos ni gerontocracia ni efebocracia. Ni matriarcado ni patriarcado. Nadie anda proponiendo ni viejos, ni jóvenes, ni hombres ni mujeres por ser tales. Que los candidatos presidenciales no caigan en error. Cuando se critica a la clase política se está criticando sus actuaciones, sus prácticas. Si se piden rostros nuevos, lo que se dice es que no se quiere ver otra
vez a los mismos que
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empresas públicas) por décadas. Se critica a la clase política por ser endogámica, porque la endogamia es prima hermana del nepotismo. Se solicita que los altos cargos del Estado sean ocupados por gente capaz, eficiente y responsable en la realización de la tarea asignada. Así sean jóvenes o mayores, hombres o mujeres, militantes o independientes. Repugna ver a los mismos personajes que van de un ministerio a una embajada , una y otra vez. Del ministerio al parlamento o al revés. Del gobierno a organismos internacionales y viceversa. De la dirección de una empresa a la dirección de otra empresa, por muy distintas que sean entre sí. Padres, hijos, hermanos, cuñados, cónyuges al mismo tiempo o unos primeros y otros después. Todos como modernos sabios renacentistas, aunque muchos de ellos dan pruebas fehacientes de incapacidad. Muchos deben su nombramiento a su influencia o amistades en el interior de algún partido, el que es dueño de una determinada cuota. Ese constituye su principal mérito. Todo esto es lo que la gente quiere que se termine. Y, quizás, ésta sea la principal valla que tiene que superar la Concertación para ganar una quinta elección presidencial.
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