l sociólogo polaco Zigmunt Bauman en su libro “En busca de la política” (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica; 2007) expresa en la pág. 182:
“En la actualidad es común deplorar el creciente nihilismo y el cinismo de los hombres y mujeres contemporáneos, la estrechez o la ausencia de sus proyectos de vida, su tendencia a fragmentar la vida en episodios, que deben aprovecharse y exprimirse hasta la última gota sin pensar en las consecuencias. Todas esas acusaciones están bien fundadas. Sin embargo, lo que los predicadores morales que vituperan la decadencia moral no suelen mencionar es que la censurable tendencia que condenan es, en realidad, una respuesta racional a un mundo en el que uno se ve obligado a considerar el futuro como una amenaza, y no como un refugio o una tierra de promisión. Del mismo modo, lo que casi ningún crítico señala es que este mundo, como cualquier otro mundo humano, ha sido hecho por humanos y que, lejos de ser producto de las inescrutables e invencibles leyes de la naturaleza, o de la naturaleza humana, irredimiblemente pecadora, es producto, en alto grado, de lo que solamente podemos llamar la política económica de la incertidumbre.
La economía política de la incertidumbre es el conjunto de “reglas para acabar con las reglas”, impuestas por los poderes financieros, capitalistas y comerciales extraterritoriales a las autoridades políticas locales.”