lunes, 12 de diciembre de 2011

(Des)empleo juvenil: ¿Un problema laboral o educacional? M.Barrera



 Uno de los temas para el análisis surgido de las movilizaciones estudiantiles este año 2011 ha sido la situación del empleo de los jóvenes y sus perspectivas. Ello es lógico toda vez que la culminación natural de los estudios escolares es un puesto de trabajo. Muchos jóvenes y sus familias tienen la expectativa de que luego de sortear con éxito la educación básica, media y superior se les abran perspectivas de vida mejores que la de sus padres. Es la movilidad social vía educación formal. La reivindicación de una educación de calidad cobra, así, relevancia y justicia como compensación por los esfuerzos y sacrificios (financieros y otros) tanto de las familias como de los estudiantes.


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lunes, 14 de noviembre de 2011

La difícil renovación de la elite política. M. Barrera



a renovación de las dirigencias políticas es un proceso nada de fácil y, quizás, imposible de conseguir bajo las normas y los comportamientos de la democracia y sociedad chilenas. En el caso extremo de la derrota electoral del gobierno militar no se produjo una participación política destacada de aquellas capas sociales que estuvieron excluidas y que realizaron, in situ, una sistemática oposición a dicho gobierno. Ello había dado origen a un potente liderazgo político, masivo y popular. No obstante, el liderazgo político del retorno a la democracia fue el de la década de los 60’ y primeros 70` que había participado de los gobiernos de Frei Montalva y de Allende y de los Parlamentos de la época. El movimiento popular durante los 17 años del gobierno militar se organizó en numerosas organizaciones: sindicatos; juntas de vecinos; ollas comunes; ONG´s de estudio, de capacitación y de solidaridad; en las llamadas organizaciones económicas populares; en las comunidades cristianes de base; etc. Ahí se generó un multitudinario liderazgo popular, cuya expresión más dramática fueron las decisivas protestas callejeras en contra de la dictadura, pero cuya actividad fue cotidiana. Eran tiempos en que se manifestó una sociedad civil variada y potente que con la llegada de la democracia tendió, extrañamente, a desaparecer para dar paso a una excluyente sociedad política. Porque hay que decirlo claramente, mientras gran parte de la dirigencia política estaba en el exilio aquí al interior del país la esperanza popular no se dejó abatir. ¿Qué pasó con estos líderes populares, por qué no accedió ninguno a las responsabilidades superiores del Estado durante los gobiernos democráticos?
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sábado, 29 de octubre de 2011

Chile 2011: el despertar de la conciencia ciudadana. M. Barrera




ste año 2011 en Chile se ha producido un fenómeno social sorprendente: un fuerte e inesperado despertar de la conciencia ciudadana. Es la culminación de un proceso que probablemente se ha venido gestando en los últimos años y que coincide con lo acontecido a nivel internacional, aunque acá la crisis financiera y del empleo ha tenido un impacto limitado. Este despertar ha traído consigo, entre otras importantes novedades, que el pasado reciente (20 años) se aprecia desde una nueva perspectiva: mucho de lo que en su tiempo se percibió como adecuada, aceptable o plausible ha devenido en mezquina, temerosa, vacilante.
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miércoles, 19 de octubre de 2011

La Concertación: política económica y desigualdad social. M. Barrera


                         
   os gobiernos de la Concertación procuraron orientarse por la estrategia del “crecimiento con equidad” y de este modo diferenciarse del modelo económico del gobierno militar. Nadie podría negar que sus cuatro gobiernos tuvieron un manejo económico responsable[1] y de mayor sensibilidad social. Sin embargo, dicha estrategia no logró transformar las estructuras básicas del modelo neoliberal, implementado por la dictadura.


viernes, 2 de septiembre de 2011

El dilema de Chile. Nouriel Roubini


PREGUNTA: - Chile está hoy convulsionado por demandas sociales que han puesto el foco sobre la desigualdad. Has planteado que el capitalismo desregulado está en crisis y que necesitamos encontrar el equilibrio entre el laissez-faire y el estado de bienestar. ¿Cómo pueden países como Chile encontrar ese balance?

RESPUESTA: -Creo que el equilibrio está por el lado de las políticas orientadas hacia el mercado; pero por otro lado también se necesita la provisión de bienes y servicios públicos por parte del Estado, algunos de los cuales aumentan la productividad del trabajo. Desde la educación, que acrecienta la capacitación laboral, a la salud, a tener una red de protección social que le permita a la gente la flexibilidad para cambiarse de trabajo ante los golpes que se producen en una economía global. Paradójicamente, para que la globalización funcione tenemos que hacer que la gente tenga una red de protección que les permita cambiarse de trabajo y tener flexibilidad en lugar de quedarse amarrados al trabajo que tienen. Eso implica invertir en el capital humano, en educación, capacitación, salud, en la entrega de bienes y servicios públicos, en la red de protección social, ésa es la manera en que lo equilibras. Y necesitas tener también políticas tributarias que al mismo tiempo sean razonables y suficientemente progresistas, porque una de las cosas que están sucediendo es que muchos factores están llevando a un significativo aumento en la desigualdad del ingreso y de la riqueza. Y lo hemos visto en las protestas en Medio Oriente e incluso en un país rico como Israel, donde la clase media está asfixiada, hasta lo que pasa en Reino Unido y en Alemania. La inestabilidad social y política aumentan cuando hay pobreza, trabajo no calificado, desempleo y desigualdad creciente.

Parte de entrevista a N. Roubini en Revista "Qué Pasa" del 20 de Agosto de 2011. Santiago de Chile

jueves, 25 de agosto de 2011

Una sociedad docente para una educación de calidad. M.Barrera


n educación hacen falta nuevos enfoques y nuevas acciones. Sobretodo si la economía y la sociedad se encaminan hacia lo que se ha denominado la “sociedad del conocimiento”. Para hacer este tránsito necesariamente debemos tener una educación de calidad, la que no se logra sólo con un mayor presupuesto y una buena estructura del sistema escolar, ambas no obstante, indispensables. Ella necesita, además, que los directamente involucrados (profesores, estudiantes y familias) estén realmente motivados y tengan la disciplina, el rigor y la responsabilidad para llevar adelante las metas educacionales. Ello es condición necesaria, pero no suficiente.

A lo anterior se debe agregar, como ha sucedido en los países exitosos en este empeño, que el conjunto de la sociedad (escuelas, medios de comunicación, empresas, sindicatos y gremios, comunidad vecinal, familias) se constituya en actor del proceso educativo. La sociedad es el contexto dentro del cual existe y actúa el sistema escolar. Si ese contexto fuese funcional a las expectativas de una educación de calidad podríamos hablar de una sociedad docente. Entonces,

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lunes, 15 de agosto de 2011

Tres magnificos libros y una sola autora. M. Barrera

Se encuentra en librerías de Santiago, editada en español, la mayor parte de la extraordinaria obra de Irène Némirovsky, nacida en Kiev en 1903 y asesinada en Auschwitz en 1942, al igual que su marido. Ambos fueron deportados por ser judíos desde Francia, donde se habían refugiado. La familia de Irene había llegado a París en 1919 huyendo de la revolución bolchevique. Venían desde San Petersburgo y Moscú.

El matrimonio de Irene y Michel Epstein tuvo dos hijas, que después que sus padres fueron apresados emprendieron una peligrosa huída. Lograron conservar una maleta con los recuerdos familiares. Entre ellos iba el manuscrito de “Suite francesa”, obra que publicada en el 2004 causa una profunda impresión en el ambiente literario francés, primero, e internacional, después.

He tenido la oportunidad de leer tres libros esta escitora que recomiendo con entusiasmo:

“El baile”, un cuento excepcional.

“El caso Kurílov” donde, como escribió J. M. Coetzee en The NY Review of Books “La progresiva humanización de un asesino… está plasmada con maestría”.

“Suite francesa”, recibida con elogios conmovedores como la misma experiencia que tiene el lector a medida que avanza en el desarrollo de una obra a la que su autora no alcanzó a poner la palabra FIN.


El malestar y las movilizaciones sociales. M.Barrera



s curioso que autoridades de gobierno, políticos en general y aún analistas provenientes de las ciencias sociales estén descubriendo recién ahora (julio/agosto de 2011) un fenómeno por largo tiempo presente en nuestra sociedad. El malestar social no es nuevo en Chile. Lo que ha surgido en estos meses es una protesta masiva, convocada y animada principalmente por jóvenes estudiantes, de origen puramente social, que emana de un profundo descontento con la orientación que han venido tomando algunas áreas del desarrollo económico, político y social del país. Es posible que una de las causas de la fortaleza de esta protesta sea la prolongada experiencia de "malestar social", soportada en especial por los adultos que han adherido a ella. Es dudoso, sin embargo, que las protestas masivas que se experimentan actualmente en Chile, en España, en Israel o la "primavera árabe", correspondan a lo que tradicionalmente se ha entendido por malestar social. Sobre su conceptualización aplicada a la realidad chilena el autor de este escrito publicó en el año 1998 dos artículos en el diario El Mercurio con fechas 29 de abril y 9 de julio, ambos en la página A2. El primero se titulaba "Desarrollo y Malestar Social" y el segundo simplemente "Malestar Social". En ese mismo año el PNUD publicó un estudio que intentaba medir una sensación de miedo e inseguridad en los chilenos, que llamaba malestar social. Ello es una indicación que en ese entonces este fenómeno inquietaba tanto a la sociedad como a los medios.

Para entender cabalmente la agitación social que se vive actualmente en el país conviene distinguir el malestar social propiamente tal de la movilización ciudadana en pro de objetivos políticos y sociales. El ánimo insatisfecho, la inquietud difusa, la frustración subjetiva son conceptos definitorios del malestar social. No la acción inteligente, con visión estratégica, dirigida a cambiar una situación objetiva. Obviamente que malestar social y protesta que tienda al logro de objetivos sectoriales o generales pueden coexistir en una sociedad, aunque es más difícil que lo hagan en un individuo.

Las actuales protestas pueden ser una culminación activa de una subjetividad que por largo tiempo ha experimentado una insatisfacción no focalizada, que ha contaminado el conjunto del ánimo en las persona. Pero esa acción es de por sí una superación de esa inquietud difusa toda vez que se acompaña con un juicio certero sobre la realidad.

Es de la esencia del estado de malestar social el que los juicios que definen la situación, la explicación acerca de las causas y la intelección de las conductas para superarlas no estén elaborados, que sean muy primarios o simplemente inexistentes. La agresividad generada por el malestar social se expresa en la vida diaria más bien como agresividad dirigida contra si mismo o contra el entorno social inmediato (suicidios, consumo de antidepresivos, tristeza del ánimo –“tristeza del bien interno”, Santo Tomás- violencia intrafamiliar, drogadicción, alcoholismo). Cuando la agresividad traspasa esos límites y se hace masiva y se dirige al entorno más amplio estamos en presencia de disturbios urbanos (como los que actualmente ocurren en Londres), los que por definición no tienen un objetivo social o político, que trascienda la mera violencia la que, por otro lado, no se proyecta en el tiempo. Es algo muy diferente a las protestas en Chile de estudiantes, profesores, ambientalistas y padres de familia. Estas, a primera vista y sin más información sobre lo que ocurre en otros países que la escasa de la prensa, son más parecidas a las de Israel. Y diferentes a las de la “primavera árabe”, rebeliones que procuran el derribo de los gobiernos autocráticos. Con respecto a la situación en España hay que decir que al darse en un contexto de crisis económica, que incluye el desempleo prolongado, los “indignados” apuntan su descontento al conjunto de la institucionalidad política y económica. Su principal consigna es: “¡que no, que no, que no nos representan!”. En nuestro caso la indignación alude, por ahora, a subsistemas sociales (medio ambiente, educación, transporte urbano), no a la manera como hemos organizado la sociedad nacional. Sin embargo, no cabe duda que si el sistema político se muestra impermeable al sentir de la ciudadanía esta indignación puede transformarse en un repudio activo al conjunto de nuestro arreglo institucional, como ha ocurrido frecuentemente en la historia universal. Hoy en día con las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones la globalización acelera estos procesos. Además facilita la producción de una suerte de contagio que no repara en los matices.

La causa del malestar social no es, por cierto, atribuible a un gobierno o a una política determinada. Ella está relacionada con las características de la sociedad que, en nuestra época, se estructura desde fines de la guerra fría en el marco de la globalización, del libre mercado y de la innovación tecnológica acelerada. Es una sociedad cada vez más confusa: el sujeto individual carece de normas en ámbitos conductuales cada vez mayores; las personas son colocadas de modo frecuente en situaciones de exclusión y sólo esporádicamente en situaciones de participación y pertenencia. En aspectos importantes para la seguridad personal y familiar el sujeto vive continuamente experiencias de miedo y peligro; la ambivalencia y la ambigüedad son más comunes que las convicciones claramente positivas o negativas. Todo ello repercute en la subjetividad en la forma de un desamparo que contamina la conciencia toda.

Factores que podrían aminorar el malestar social se encuentran en las relaciones sustantivas y equilibradas, que se establezcan entre las personas, la organización social (lo económico incluido) y el poder político. El tipo de relaciones entre esos tres niveles definen la esencia del sistema político, si verdaderamente democrático o no. Si las personas siguen inmersas en relaciones distantes y desiguales en los órdenes social, económico y político sus posibilidades de salir de un estado penoso de malestar, que se prolonga por largo tiempo, se hacen cada vez más escasas. Lo que vemos ahora en nuestro país es que los jóvenes muy especialmente, divisan un horizonte de salida: las movilizaciones y las protestas ciudadanas orientadas por una estrategia a la vez creativa, valiente e inteligente. Nada más lejos del desamparo es esta acción coherente que intenta trazar el destino de toda una generación con sus propias manos.

El malestar social, por largo tiempo presente en nuestra sociedad, podría ser un antecedente, incluso una causa de la actual rebeldía de los movimientos sociales. Esta, sin embargo, ya no es malestar. Es propuesta, proyecto, acción dirigida a objetivos. Es vitalidad social.

Santiago, primera semana de agosto de 2011.