1.- El avance de la ciencia y la tecnología
constituye, sin duda, el rasgo positivo más sobresaliente de las últimas
décadas del siglo XX, lo que ha permitido un impulso extraordinario en
profundización y propagación en lo que va corrido del siglo XXI, lo que se
continuará en lo sucesivo. En efecto, el desarrollo de la tecnología de la
información y de las comunicaciones es lo más notable del último cuarto de
siglo. Ha sido este desarrollo el que ha permitido ir creando un ámbito
comunicacional de alcance mundial que de un modo significativo está cambiando
las dimensiones de la vida cotidiana de millones de personas en todo el mundo.
Estas tecnologías han provocado una compresión del espacio, a tal punto que las
distancias, en muchos aspectos, se han reducido a cero. El acortamiento de las
distancias relativiza las diferencias derivadas de ellas. Desaparece la lejanía
como grave -a veces definitivo- inconveniente para la comunicación. Si la
distancia no es ya más un obstáculo insalvable para la comunicación, entonces,
la humanidad ha dado, teóricamente, un paso inmenso en el camino de la
constitución de una sociedad integrada. Las nuevas tecnologías no sólo han
abolido la dificultad del espacio, sino que ha posibilitado la comunicación
casi instantánea y eso es algo realmente sorprendente. Espacio y tiempo han
cambiado su relación con el ser humano y la sociedad.
Las
nuevas tecnologías no sólo han modificado grandemente la estructura productiva,
el ambiente del lugar de trabajo, la calidad de las tareas que se realizan sino
también, en una forma menos conocida, la vida cotidiana de los usuarios y las
mismas estructuras sociales. En efecto, la rutina diaria de las personas y
de los hogares se han modificado bajo la influencia de la televisión y de los teléfonos
inteligentes (smartphone) especialmente. Su naturaleza la forma y el
contenido de sus mensajes plantea un nuevo modo de aprehender la realidad
social por parte de las personas. Esa misma realidad es definida dentro de
los marcos que estos artefactos mediáticos imponen. Al convertirse en las
principales fuentes de entretención e información casi universal, actúan no
sólo como emisoras de mensajes con determinados contenidos, sino que además
como mecanismos que influyen en los procesos cognitivos mismos. De ese
modo la TV y el smartphone imponen sus condicionantes sobre la vida
social. Un ejemplo claro de ello es el notable impacto de la TV sobre la
actividad política, cuya naturaleza ha pasado a ser otra cosa a partir del
hecho de que la TV comunica a los políticos con los ciudadanos. La
política está, actualmente, supeditada en parte importante a la imagen.
Si
bien los cambios que las nuevas tecnologías acarrean al interior de la
actividad productiva y de vida social, son materia de reflexión y análisis por
toda la infraestructura de investigación que gira alrededor de ellas, en
nuestro medio, no se ha generado una "masa crítica" de reflexión
sobre los cambios que las nuevas tecnologías provocan o ayudan a
provocar. No obstante, está claro que las transformaciones se han
expandido por todos los ámbitos en que se despliega la actividad humana.
Dos
son los escenarios en que actúan las nuevas tecnologías que han resultado
estratégicos para penetrar, a partir de ellos, en la naturaleza misma del
fenómeno social. Ellos son el hogar y la escuela. Ambos son los
agentes principales de la socialización y, por tanto, de la formación de la
conciencia de las personas. La televisión, los celulares y las
computadoras están cambiando profundamente la vida de las familias. El
acontecimiento nacional y el internacional, las imágenes de los ídolos, las
series noveladas, los dibujos animados, en verdad todo el mensaje televisivo,
la tareas y búsquedas que se realizan a través PC y el intercambio por medio
del celular tienen una fuerza de atracción que, favorecida por su bajo costo,
penetra en los hogares de modo que coloca a los miembros de comunidades
extensas frente a los mismos estímulos, lo que produce una homogeneización
cultural a los niveles nacionales e internacionales. La tecnología
computacional, por ejemplo, ha tenido un fuerte impacto transformador en la
vida escolar, posibilitando ampliar los horizontes culturales de los
estudiantes de muy diversas comunidades educativas; de variadas localizaciones
culturales, económicas y étnicas. Es posible observar que el mayor cambio
se produjo, primero, en la educación superior, en la cual la computación tuvo
una temprana penetración, estimulada por la política de las grandes empresas
proveedoras de equipos, luego en la educación secundaria y, ahora, cuando las
computadoras están en los hogares, en la educación elemental.
El impacto combinado de la televisión
y la computación, el correo electrónico y el smartphone, posibilitado por
Internet, hace a los individuos y a las familias más centrados en sí mismos,
más auto suficientes psicológica y culturalmente, y a la sociedad civil y a la
sociedad política menos atractivas y más distantes. Las nuevas tecnologías
favorecen el individualismo, el aislamiento de las personas respecto de sus
comunidades inmediatas y la fragmentación social, en la misma medida que
colocan al individuo ante un horizonte espacial global. Algunos postulan
que ellas han provocado una pérdida de "capital social", es decir, de
los rasgos esenciales de la organización social: de sus normas, de la confianza
mutua y de las redes que mejoran la eficiencia de la sociedad al facilitar sus
acciones de coordinación y solidaridad.
Sin embargo,
hay que señalar que el futuro tecnológico nos depara grandes sorpresas. Es lo
que postula el historiador israelí y “best seller” (superventas) internacional,
Chile incluido, Yuval Noah Harari. (Véase Homo Deus, subtítulo
Breve historia del mañana. Santiago: Penguin Ramdom House Grupo Editorial, S.A.
2016) y 21 lecciones para el siglo XXI. Santiago: misma
editorial; 2018)
Seguirá con el número 2 en otra entrada