Frecuentemente he pensado, en los últimos años, acerca del trayecto de mi vida desde la perspectiva vocacional. En los primeros diez años de escolaridad ningún interés se había manifestado claramente, salvo el del estudio y el de los juegos vinculados no con el ejercicio físico sino con el intelectual. No era jugador de football ni nada parecido, sino de ajedrez. En los años terminales de la secundaria se manifestó un interés por el liderazgo de grupos y las cuestiones sociales. Por ello mis maestros me orientaron a los estudios de leyes, consejo que no seguí.